El medio kárstico es un entorno frágil y necesita una protección sistemática que lo defienda de cualquier actuación que repercuta en la estabilidad del conjunto. El auge que en los últimos años ha experimentado el Karst de Sorbas ha propiciado que gran número de personas se sienta atraído a visitarlo, motivadas tanto por su valor espeleológico como por su valor como espacio natural.
Sin embargo, la afección que puede producir este tipo de turismo sobre las cavidades si no se controla convenientemente se queda en nada si lo comparamos con la actuación de una cantera dedicada a la explotación del yeso. En principio, la contraposición que se crea entre la explotación ambiental del karst de Sorbas y su explotación minera es radical. El motivo por el cual se deben buscar otras alternativas económicas para el municipio es muy claro: el recurso minero no es infinito, está limitado a la existencia del propio yeso y algún día se acabará.
Es cierto que el cambio de mentalidad, para llegar a reconocer que el yeso puede ser explotable de otra manera, debe ser progresivo. Por este motivo, al tratarse de un paraje tan peculiar y dados los intereses inicialmente contrapuestos entre sí, es necesario arbitrar la explotación minera de forma que permita que otros usos activos o potenciales de este Paraje Natural puedan desarrollarse con unas perspectivas de futuro mínimas.
El Karst en yeso de Sorbas debe demostrar que no sólo es alternativo ante otras actividades turísticas sino que lo es también frente a la misma explotación minera del yeso. Algo que parecía imposible de conseguir, pero que cada vez está más cercano. Esperemos que dentro de pocos años no se tenga que hablar de una alternativa perdida.
Cantera de yeso en el Karst de Sorbas.